Aún recuerdo la voz masculina que salía del teléfono, invitándome a publicar mi primera novela con ellos. Aún recuerdo los pies pegados al suelo y mi ego levitando hasta topar con el techo. SELEER, recuerdo que así se hacía llamar la editorial, la fabrica de sueños, la puerta hacia un nuevo mundo, la ilusión de ver nacer algo que gesté día a día con el maravilloso poder de la palabra escrita. Aún recuerdo cuando tuve que comprar unos cuantos ejemplares para venderlos el día de la presentación, pero no me importó. Lo que sí me dolió, fue que todos esos ejemplares estaban sin corregir, cuando me dijeron que ellos se encargaban de todo. Aún recuerdo la vergüenza que pasé aquel singular día, disculpándome ante un público que había dejado de hacer cualquier otra cosa para estar conmigo. Aún recuerdo cuando me tuve que desplazar unos cientos de kilómetros para hacer una nueva presentación en un fnac, cuando el responsable de dicho establecimiento me preguntó cuánta gente había llevado para llenar la sala.
Aún recuerdo, lo que a veces no quiero recordar.
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Por: Carlos
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